viernes, 31 de agosto de 2012

Grease



¿Qué hago yo haciendo una crítica cinematográfica sobre un musical? Creo que me estoy haciendo mayor y el tiempo no me está perdonando. Pero qué le vamos a hacer, la película me gusta, incluso Travolta me parece un tipo que tiene "algo". Respecto a Newton-John no se puede decir lo mismo, pero hace bien de niña pija tonta, al final es lo que tiene que hacer. 
 
Obviando que la mayoría del reparto roza los 30 años (la protagonista los rebasa...) y que hacen papeles de Instituto, el discurso del conjunto no supone un verdadero dislate. La edad de los protagonistas no importa, porque lo que estamos viendo durante la hora y media larga que dura todo esto es lo que tanto nos gusta al ciudadano medio del mundo occidental: La lucha entre mujeres y hombres. Toda ella es una oda continua y sin tapujos a los roles clásicos. A los hombres le gustan los coches, fardar, hacerse el gallito y alardear de su hombría. Por otra parte están las mujeres, superficiales a su manera, preocupadas del maquillaje, por el qué dirán y por agenciarse un macho fuerte y viril que les reporte felicidad y estabilidad económica. De estos enfoques tan antagónicos surge una historia de amor fruto de las calurosas noches de verano, representándose con abrazos, besos y palabras al oído en una paradisíaca playa al atardecer. Hasta ahí todo va bien, están solos y pueden ser ellos mismos, se quieren, se desean y se prometen amor eterno. Pero llega la tensión, el equívoco, el desencadenante de la trama: coinciden en el mismo instituto. Así que Travolta se hace el tipo duro, pasa de ella y le cuenta a sus amigos que en realidad sólo fue un rollete de verano (todo esto cantando, nada de subordinadas o frases complejas, sólo estribillos pegadizos). Ella por otra parte está muy decepcionada porque aquellos días tuvo la intuición de que estaba ante su príncipe azul. En fin, se suceden canciones de chicas y canciones de chicos: canciones de maquillaje y fiestas de pijama, canciones de chicos y escenas de coches. 


Como era de esperar el amor debe triunfar y por ello aunque hacen saber al mundo que ya no están pillados el uno por el otro, furtivamente intentan encender la llama del amor. En una de esas salidas furtivas Travolta le mete mano a la fémina, ella le deja claro que no es una pelandrusca y Travolta se siente como es obvio desilusionado. Más escenas de chicos y chicas que cantan y bailan. Una escena final donde travolta se juega la vida a 40 kilometros por hora y un final feliz donde todos cantan y bailan en grupo. Lo que no entendí muy bien es la estrategia conclusiva del film: el amor triunfa por fin cuando ella se viste de cuero y come chicle. Gracias a este sencillo pero acertado cambio de atuendo la relación puede salir adelante, ya que ella se ha convertido por fin en una facilona. 

Menuda trama. Alguien se preguntará el porqué de mi benignidad con este profundo y enrebesado film, a lo cual contestaré de una manera fácil y rápida: es una película superficial y lo muestra desacomplejadamente en cada escena. Es la clásica película de chicos VS chicas y no se esconde. El machismo se dignifica en cada fotograma sin tapujos. Es infantil y fácil sin pretensiones de ser mas que eso. En definitiva, una película ideada para ser lo que es: un musical facilón pero con gancho. Y eso me gusta.



martes, 14 de agosto de 2012

Brave (Indomable)




Los carteles generan desconfianza. Poner a una niña pelirroja y su arco sobre unas letras gigantescas que rezan "Brave (Indomable)", nos incita a pensar que estamos ante otra película de animación para los más pequeños. Pobres padres y pobres hijos, se van a llevar un buen chasco; solamente una escena de caídas en 90 minutos. Quizás la inclusión de los pequeños principitos pelirrojos y sus trastadas provoque algunas risas infantiles en el auditorio, pero en suma, el tiempo pasado viendo la película se convertirá en un rosario de amargura por culpa de los chirriantes gritos de la muchachada para la mayoría de los padres y para los que como yo, iban a ver un producto perfecto como suelen serlo los de Pixar. Porque reconozcámoslo, Pixar no hace películas, hace productos, y muy buenos por cierto. Estudiados concienzudamente desde preproducción para atraer a las salas al mayor número de público posible: desde bebés que solamente disfrutarán de los colores brillantes y atractivos que inundan cada escena, pasando por las niñas prepuber que adoran a las princesas, sin olvidar a los “encantadores” niños que tanto disfrutan con las escenas de caídas y mamporros. Como es de esperar todo este target no puede ir sólo al cine, hecho que genera toda una corriente de vehículos monovolumen que emanan desde las más reconditas urbanizaciones del extraradio. Padres felices y agradecidos, que ven en el nuevo cine de animación la mejor forma para educar a sus hijos, de la misma forma que nuestros padres le confiaron a Disney la nuestra. Gracias a Dios que estos niños no van a pillar nada.



Para que mis palabras no induzcan en un equívoco tengo que decir que la película me ha encantado. Es un film familiar en el sentido humano, no en el enfoque. El camino de hacerse mayor en Brave es el proceso de comprender a nuestra madre. Es el choque de intereses entre el ser y el deber ser, el afianzamiento de nuestra personalidad sin desmerecer la educación y el influjo que nuestra família nos haya podido inculcar. En los mundos creados por el cine americano siempre se ha utlizado la fórmula independencia económica = independencia familiar, como si el único deber de nuestros engendradores fuese amamantarnos hasta depués de la universidad. En Toy Story ya se empezaba a introducir esta idea sobre el crecimiento personal, por una parte demostrando que la inmadurez y la valentía son estados de ánimo, y por otra, sobretodo en Toy Story 3, dejando claro que mantener vivos los recuerdos familiares del pasado es una forma de hacerse mayor. Y ese es precisamente el camino que sigue Brave, su yo y su disposición ante la vida surge de la fusión entre lo aprendido y lo enseñado. Aceptar como parte de ella misma únicamente lo que surge de su propia experiencia, desdeñando las enseñanzas familiares, romperá el vínculo con su madre, y sólo aprendiendo a combinar ambas realidades será capaz de reestablecerlo. Como suele pasar en la vida real, el padre aquí pinta poco, pero es gracioso, fuerte, y tiene un castillo. Tampoco se le puede pedir mas a un padre, ¿no?


Merece una mención especial el ya clásico corto de Pixar. Una oda a la família mediaterránea que resume en pocos minutos y con unos cuantos gruñidos la lucha histórica entre seguir al padre o al abuelo. Quizás nuestros padres nos dieron la manutención, nos castigaron cuando sacábamos malas notas y nos obligaban a comernos las lentejas. Pero nuestros abuelos nos educaron y nos llevaron al parque. Con un sencillo juego de gorras y formas de bigote se muestra el dilema que se nos presenta cuando cada uno de ellos se quiere ver reflejado en nosotros pidiendo cuentas de lo vivido. Menos mal que la historia tiene un final feliz, gorra para atrás y ojos que se abren para poder “ver".





jueves, 9 de agosto de 2012

Prometheus


 

Prometheus es vulgar. Los personajes y sus causas motoras, esas que le hacen avanzar, pecan de infantilismo, de lugares comunes y frases hechas demasiado manidas para una sociedad con exceso de licenciados. Supone toda ella una falta de respeto al espectador actual, pero también una faltisima de consideración (llamémosla tomadura de pelo) hacia los seguidores de la saga, aquellos que hemos acudido en masa para ver de dónde demonios sale ese maldito bicho.
 
Desde el impacto que causó Alien en 1979 no han sido pocos los que han aprovechado el tirón del atrayente mundo de los "xenomorfos". Incluso se intentó unir dos franquicias, la de los Predators y la de los Aliens, en otras tantas películas infames de desigual calidad. En cierto sentido, esto es lícito. Las historias existen para ser aprovechadas, revisadas, acrecentadas o negadas a lo largo del tiempo. No es el caso de Prometheus, que lo único que aprovecha es el Nombre, el Halo pop de la Saga. Sería erróneo considerarla una precuela de Alien porque no es, exactamene, Alien. Es una película de extraterrestres donde muere gente, donde tenemos a un capitán y a una capitana sexys, donde los protas son guapos e inteligentemente doctorados en todas las materias del saber humano, mientras que el resto del elenco es un surtido de estereotipos que hacen todo aquello que las historias de desastres y cataclismos han fijado a lo largo de la historia del cine de acción.

Si lo que me incita al odio no es la trama, si la estafa de la película no está en lo que desvela, sino más bien el aura de vulgaridad que envuelve a lo simple. Si es interesante saber de donde venía la grabación de socorro desde la nave androide, también lo es el saber quién creó a los xenomorfos y su fin. Pero por favor, no metamos la mitología griega con calzador dotando de cierto misticismo e intelectualismo a lo simple; no pongamos a veinteañeros sabiondos que son arqueólogos, médicos, geólogos, ingenieros genéticos, y todas las profesiones acabadas en ico y ogos a la vez. No introduzcan, señores, la idea del Ser Superior Creador de cualquier manera, ni tampoco basen los logros humanos en la premisa de la Fe, del creer en lo que se puede para conseguirlo, esto no es Disneyworld, es el planeta de "los malos" y la atmósfera está cargada de silicio.

 En resumen, una película entretenida para los que solamente piden un director consagrado ( y así pueden pensar que no están viendo cine comercial); para aquellos que buscan una película de acción con buenos efectos especiales pero presentada de tal forma que parezca que no están viendo cine de acción; y para los que disfrutan de nuevos envoltorios para la ya clásica fórmula mágica: arqueología + ADN + mitología griega + sersuperiorcreadordehumanos. Sin olvidarnos de nuestros queridos Padres, esos que acudirán en masa para verla, caminando lentamente hacia su butaca mientras nos dicen con gesto altivo: "La nueva de Alien, ésta es buena seguro. Todavia recuerdo cuándo la vi con tu madre allá por los ochenta..."


miércoles, 8 de agosto de 2012

La tentación vive arriba




105 minutos de soliloquio y la película no desentona. La tentación vive arriba, la tentación es una ilusión, una fábula, una moraleja. Una película sin pretensiones filosóficas, que no aporta nada al género, sin grandes adelantos en la forma de presentar la historia, una mera adaptación de una obra teatral con un resultado teatral. Lo dicho no desmerece nada en absoluto la calidad de la misma, no podemos vivir en una continua vanguardia artística: destruyendo, construyendo, renovando. Olvidarse de la diversión en el cine es olvidarse de los orígenes del medio; la exhibición al público y su posterior aplauso es el motor que mueve al arte, los retazos de creatividad ocupan pocos capítulos en el libro sobre la historia del cine.

La película parte de una premisa simple, un tipo de Nueva York se queda solo en casa mientras su queridos mujer e hijo marchan de vacaciones. Pero lo que parecía que iba a ser un verano tranquilo alejado de su mujer, sin caer en excesos ni saltarse normas impuestas, se convierte en unos días de ajetreado lidiar con la conciencia, debatiéndose entre lo que que se debe hacer y lo que se quiere hacer. Porque al fin y al cabo este es el sustrato principal del film: ¿debemos proseguir con nuestras obligaciones aunque no estemos vigilados? ¿O por el contrario debemos dejarnos seducir por nuestras ensoñaciones, transgedir las normas y actuar “pecaminosamente”?. La moraleja es clara, podemos jugar al ensueño; no saber nunca el nombre de la guapa protagonista, refiriéndose a ella como " la chica", hace muy evidente que no es más que una ensoñación, una figura necesaria para desencadenar la trama, una tentación más que incita al resto de tentaciones, la bebida y el tábaco; podemos imaginar mundos posibles mejores (en este caso esos mundos han sido creados por el cine); pero la conciencia siempre nos arrastra hacia la corriente de lo correcto, de lo que debe ser y será. Y como en la vida real, imaginarse el pecado realizado por la otra persona suele inducir a un sonoro arrepentimiento anticipativo por parte de uno mismo. Porque, del mismo modo que “la chica de arriba” supone el sueño de todo hombre, ¿no es acaso un escritor reputado, galán y solícito, como Tom Mackenzie, el sueño de toda mujer?


 Pero la película no es sólo eso. Se trata de una comedia divertida, espolvoreada aquí y allá con comentarios ingeniosos y situaciones graciosas; pero que repasa escena a escena todos los clichés que nos ha impuesto el cine, ridiculizándolos y desmembrándolos para después apelmazarlos, dejando a la vista lo sumamente superficiales e irreales que son. Y después de verla una y otra vez no puedo evitar pensar en lo influenciables que seguimos siendo los seres humanos con el cine, sin llegar a aprender nada con el paso de los años. Algunas mujeres quieren vivir en Manhattan rodeadas de tiendas y aspirantes a príncipe azul, otras prefieren retirarse a una villa en la Toscana para convertirse en escritoras de éxito. Los hombres por nuestra parte soñamos con seducir a una rubia imponente y conducir coches deportivos mientras nos tomamos un martini con vodka mezclado, no agitado. Pero en fin, para eso está el cine, para hacernos soñar con vidas que la mayoría de nosotros no vamos a poder vivir.

jueves, 2 de agosto de 2012

La diligencia



Hoy es un gran día. Afuera el sol cae a plomo y la humedad no me deja respirar. Son las tres de la tarde; es la hora de... la peli del oeste!. He elegido " La diligencia” como la primera de esta interesante selección de entradas dedicadas a los " Grandes Clásicos" porque es un Western. 


Pero "La diligencia" en realidad no es un Western, y esto no es una contradicción. Posee los 3 elementos mínimos que hacen que una película sea considerada de este género: Una venganza, indios y un duelo final. 
 
La venganza no es más que una excusa para que la película avance. Los indios son una excusa para filmar una escena de acción, y el duelo final es inexistente porque se omite. La película intenta incidir en las convenciones sociales, los prejuicios infundados propios de una sociedad que tiende a desaparecer con el paso a la modernidad, pero que intenta a aferrarse a unos cánones de vida y comportamiento propios de épocas pasadas. Es significativo que en la primera escena se nos muestre un doble destierro provocado por las “atractivas” señoras guardianas de la Ley y el Orden. Para Hatfield, el dandi, el vividor, el buscavidas; supone un destierro voluntario en busca de la belleza; un esteta aristócrata perdido en el vulgar oeste que busca incesantemente la verdad, cargado de moral caballeresca, enquilosado en el pasado, un ángel caído en busca de otro ángel : Lucy Mallory.

La venganza no mueve a los personajes, los mueve el amor. Ringo, lejos de guiarse por los prejuicios sociales (él también es un paria exconvicto) se enamora de la adorable Dallas. El verla cuidando a la niña recién nacida y bien desenvuelta en la cocina le hace aflorar la llama del “amor”, a la vez que transforma la venganza en una obligación para poder vivir en paz en un futuro. En cambio Hatfield se fija más en la belleza ideal de Lucy Mallory; conocer su pasado aristocrático, la sangre y el comportamiento propio de ella le hacen descubrirse profundamente “enamorado”. 
Doc divide su amor entre el Whisky y el ser humano. El banquero profesa su amor por el dinero, y tambien hacia el tratante de Whisky. El conductor de la diligencia hacia sus caballos y su querida mujer. Al sherif le mueve el respeto por padre de Ringo, esa forma de amor incondicional que surge de la amistad duradera. A Lucy, por último, le mueve el amor por su marido enrolado en el ejército, aunque el saber que está gravemente herido hace que se acerce aún más a Hatfield. Solamente muere este último y después de intentar utilizar su última bala con Lucy para “librarla del mal”. Pero el oeste no es lugar para Caballeros europeos y sus vasos de plata, aquí sólo Dios decide sobre la muerte y la vida.

Dejando a un lado el análisis quisquilloso, la película posee un buen ritmo. Los diálogos, sobretodo los de Doc, son memorables. Wayne no hace el papel de su vida y aparece poco, pero está correcto. Para ser de 1939 y teniendo en cuenta las limitaciones del medio, sorprende la buena realización de la escena de persecución de los indios. Una película altamente recomendable, que ha envejecido bien, que se deja ver y disfrutar, además de permitir un análisis concienzudo. Así deben de ser los verdaderos clásicos.


martes, 31 de julio de 2012

"No he reparado en gastos"


Hoy he estado viendo Jurassic Park una vez más, ya no recuerdo cuántas veces lo he hecho. No es que sea mi película fetiche, pero sí una de mis preferidas. Por culpa o gracias a ella empezó la fiebre de los dinosaurios de los 90, inteligentemente aprovechada por Planeta de Agostini para sacar su colección " Dinosaurios: Descubre los Gigantes del Mundo Prehistórico". Los niños de mi pueblo fuimos corriendo en masa al quiosko más cercano para acabar con las existencias del primer número. Era de esperar, por 100 pesetas tenías unas gafas 3D de cartón, una tibia de Tiranosaurio y una revista de 30 páginas con fotos en relieve. En realidad a mí me importaban poco los dinosaurios, yo queria ver en 3D. En ese momento empecé a replantearme la historia de la técnología humana, si el celofán se inventó en 1924, ¿por qué hasta el 93 no nos habíamos dado cuenta de que si le colocamos a unas gafas de cartón trozos de celofan verde y rojo, podríamos ver en tres dimensiones? En fin, que después de mucho insistir mi padre nos llevó a unos Multicines de esos con salas dotadas de un sistema de sonido impresionante. Al principio de la película te hacían la demostración, primero empezaba un sonido como bajito y despues subía ñññiiiiinnnnnnnnnnnnn. Todo eso mientras ponían las letras en relieve con el nombre del sistema. El sonido aparecía por todas partes, decían que era envolvente, y efectivamente se podía oír algún rugido de dinosaurio que provenía del fondo de la sala.
Pero vayamos a la película. En la escena de la caravana, cuando el abuelete “buena gente” abre la botella de Moet mientras suelta su célebre frase " No he reparado en gastos", mi padre ya estaba roncando. En realidad creo que nunca ha visto una película completa, por eso le gustan tanto los Western de Canal Sur, visto uno vistos todos. En fin, tampoco me sorprendió lo mas mínimo. Después venía la escena más preciosa jamás filmada, esa en que con la típica musica de jurassic Park se nos muestra la belleza de la isla. En serio, la sensación de felicidad que me inundó al ver en aquella pantalla gigante esos paisajes no me la he podido borrar de la memoria.
Con el trascurso del filme empiezas a darte cuenta de que lo tiene todo. Una historia de amor entre los protas; mostrando el camino dialéctico del Macho en la aceptación de la paternidad como algo irremediable después de haber sido sugestionado por su propia Hembra; un matemático filósofo que lo sabe todo y suelta chistes ingeniosos e intelectualoides; un niño pesado, frágil pero en realidad valiente; una niña rubia mona en la edad del pavo y que por suerte para todos es una friki de la informática; un programador gordo y extravagante que lo jode todo por dinero y debe acatar la justicia poética al morir de forma desagradable; un abogado al que sólo le importan los beneficios y que acaba convirtiéndose en la cena del tiranosaurio; un hombre negro que fuma (este es mi preferido, aunque no entiendo por qué muere, supongo que nos querían enseñar que fumar mata); malos malísimos en forma de Tiranosaurios y Velociraptores; sin olvidar la típica escena del malo que viene corriendo mientras huyes y ves lo cerca que está por el retrovisor del coche.
Qué película! Qué trama! Qué efectos especiales!. Cuando salí de allí era una persona nueva, mucho más completa. Había aprendido todo lo que hay que saber en cuanto a Ingeniería Genética, podría presumir en el colegio diciendo que en realidad los dinosaurios no son antepasados de los reptiles sino de los pájaros; y además, si me encontraba con un Tiranosaurio en el parque, sabía que si me quedaba quieto no me podría ver. Me sentía libre, mi conocimiento sobre el tema era infinito.

Sin duda Parque Jurásico me marcó para siempre. Cuando la vi por primera vez yo tenía 8 años; desde ese momento cada vez que me he equivocado al introducir alguna contraseña en el ordenador, en la play o en el móvil, mi cerebro ha rememorado ese primer visionado mientras mis labios pronunciaban con vértigo y placer esta frase: “ha ha ha, no dijiste la palabra mágica, ha ha ha, no dijiste la palabra mágica”.

martes, 24 de julio de 2012

El Irlandés


Todo intento de hacer cine, de contar una historia de la forma que sea, supone un acercamiento al western. Aquellas películas que más se ciñan al género serán las películas mas reales. En cierto sentido, el neorealismo italiano es un spaguetti western urbano. Siguiendo por este derrotero argumentativo podríamos decir que John Ford es el Dios hacedor del mundo, que John Wayne es el verbo y que el espíritu Santo es una Colt, aquí tenemos la tríada.
Se ha cambiado Texas por Irlanda, pero al final es la misma mierda. Una tierra colonizada donde los habitantes luchan por defender su impronta propia, desdeñando todo lo que venga de la capital (En este caso Dublín representaria a Washington). Y en este esceneario se desenvuelve nuestro cowboy. No es una buena persona pero qué nos importa eso, es un vaquero, y los vaqueros están por encima de la leyes. Leyes representadas en este caso por un recto agente "negro" del FBI de la sección Antidroga, venido al condado de Galway en misión internacional para la intercepción de mercancía ilegal. Las conversaciones entre ellos y las situaciones que se derivan de las mismas sirven para afianzar la idea de que aquello no es América, a la vez que suponen uno de los principales desencadenantes de las frases de mayor humor fino de la película.
He disfrutado con El Irlandés, muchísimo. Contiene al soplón cómico de turno (aquí se trata de un niño pecoso con chandal de mercadillo). La damisela que pierde a su marido en un duelo (que en este caso no es mexicana, sino croata). Las cabareteses de antaño aquí son reconvertidas en prostitutas de agencia. El grupo de malos malísimos clásicos: el inteligente y culto, el psicópata, sin olvidar al descuidado pero suertudo quealfinalsiempremueredeformacruel. Las borracheras en el saloon, aquí taberna irlandesa, disfrutando de whisky pedido con frases ingeniosas. Sin olvidar al contrabandista, en este caso un miembro de la extinta Ira con sombrero de vaquero. Y por su puesto, un tiroteo final donde todo se resuelve (Que el negro-Americano cubra desde lo lejos con una Ak 47 también es un guiño significativo).


Todo este cúmulo de personajes no sirven solo para potenciar la figura del Cowboy, más bien introducen elementos de un mismo mundo, caracteres deformados que forman parte de nuestra memoria fílmica colectiva. Y lo voy a decir ahora, me apetece: Estamos ante el mayor esperpento que se haya creado en la historia del cine reciente . El Western pasó por un pasillo repleto de espejos cóncavos y convexos y al salir de la atracción se convirtió en "El Irlandés".

lunes, 23 de julio de 2012

¿Y ahora adónde vamos?


La vi a las 3 de la tarde, antes de de irme a reponer cajas de café. Ahora lo hago así para que se vayan matizando las ideas que surgen tras el primer visionado. Resulta que a esta no le ha sentado bien el macerado. He disfrutado con ella, lo juro, posee escenas difíciles de olvidar en el plano dramático; como aquella de la madre gritándole a su hijo muerto para que abriese los ojos, como si eso de morirse se curara con un grito de madre. Por suerte el film también es capaz de mantener el tono cómico-situacional en otras; ver cómo se van tramando las artimañas de las mujeres del pueblo para evitar el conflicto entre los hombres te obliga a dejar escapar alguna sonrisa.


Lo desagradable del asunto es que después de disfrutar con ella, después de haber reído y llorado con sus mejores escenas, cuando reflexionas sobre el asunto, sobre la forma de enfocar la crítica, sobre lo que “me gusta” y lo que “no me gusta”, etc. Justo entonces, la película se desmorona. No sé qué demonios pintan esas escenas de videoclip árabe. La primera estación del via crucis musical es la escena de las cristianas en duelo. Al principio parece emotiva, luego pasa a graciosa y finalmente se torna ridícula y fuera de lugar. Los 3 videoclips restantes están encastrados de forma tan antinatural en la trama que, aunque puedo comprender que la directora sea la más solicitada productora de videoclips en oriente medio y le guste su trabajo, eso no es excusa para introducir “su arte”, sea como sea, en las películas que haga.
Más desagradable si cabe me parece el hecho de que la argamasa con la que están unidas las escenas cómicas y dramáticas desapareciese tras horas de darle vueltas a la trama. El sabor que me había quedado tras los títulos de crédito, algo así como a galletas saladas cubiertas de chocolate, la intuición de que estaba ante una película sincera, equilibrada, con dosis de humor y llanto intercaladas a la perfección; ese complejo sabor desapareció y sólo quedó la sal. La película ya no funcionaba, hacía aguas por todas partes. La intromisión de los videoclips me invitaba a pensar que la directora era una egocéntrica máxima. Seguí pensando y me di cuenta que efectivamente se había reservado los diálogos más profundos para ella, que siempre aparecía la más guapa en todas las escenas (gracias en parte a que se había encargado de rodearse de un elenco de cincuentonas rechonchas), y que retrataba a los hombres como a una panda de animales inútiles que sólo saben gritar y pelear, mientras que las mujeres son siempre rectas e inteligentes.
Pero no debería ser tan duro. La Película, sin dudarlo, está bien si no eres neurótico como yo. Recomendable, sobre todo, para calzonazos de corazón. Ya que, tal y como pasa en mi pueblo (y presiento que en todos los pueblos), el mundo árabe es matriarcal al fin y al cabo, dominado por amas de casa que le rezan a la virgen o a Alá, que trazan brillantes planes para conseguir que sus respectivos maridos hagan lo que ellas quieren, y que se reunen por la tarde para tomar café y comer pasteles. Mujeres que se reunen para en definitiva salvar el mundo, su mundo.

lunes, 16 de julio de 2012

Carmina o revienta


Paco León lleva engañando a los televidentes desde hace años. Se ha hecho pasar por tonto y nos lo hemos creído. Ha actuado a la andaluza, utilizando una frase ingeniosa y una sonrisa estúpida para cada pregunta trascendente. Se ha hecho el simpático, el débil mental, el dicharachero; haciéndonos creer a todos que la persona y el personaje iban de la mano de una manera tan natural como biológica. Y, Zas! en toda la boca. No sólo en cuanto a la profundidad de su película - aunque todavia tengamos que oír por algunos blogs que la película es una "buena" comedia que representa la España Profunda - sino también en cuanto al soporte; apostando por una nueva manera de producción, simultaneando todas las plataformas audiovisuales posibles, guiándose más por el sentido común que por la tradición cinematográfica de este país. Porque seamos realistas, los españolitos no vamos a ver una película de producción propia ni en el día del espectador, a excepción, eso sí, de que salga Mario casas y el elenco de actrices premenstruales de Física y Química. Simplemente quiere que su película se vea reflejada en el mayor número de retinas posibles con el fin de a) ganar lamayor cantidad de dinero o, viendo cómo están las cosas, no perder demasiado y b) promocionar su nuevo Yo artístico y el de su família. Lo que quiero decir, y no quiero que se me malinterprete, es que Paco León ha actuado como lo haría un gran empresario al apostar por su faceta de director, consiguiendo así enterrar al Luisma de una vez por todas (no se preocupen, lo desenterrará cuando a él le venga en gana, así van las cosas), dar un empuje a la carrera artística, hasta ahora inexistente, de su madre y difuminar, por otra parte, la imagen de su hermana como Luisma femenino.
Dicho esto, para mí algo primordial a la hora de enfocar una crítica cinematográfica es adentrarse en el comentario de los aspectos, desde mi pretendidamente humilde punto de vista, más trascendentes del Film. Siguiendo los ejes fundamentales de la primera parte de la crítica basaré la argumentación en 3 Pilares: El director, cómo y qué se muestra; la madre, la heroína; y la hija, la eterna secundaria que acontece primordial en el devenir de la narración.
  • La madre: Gracias al cine hecho por Madrileños siempre se ha pensado que la madre coraje era aquella que vivía en el extraradio de Madrid, rodeada de yonkis, pobreza y, si la película era de los ochenta, con un hijo homosexual. Siguiendo con el razonamiento, Carmina es una madre Andaluza. Carmina se come la pantalla en cada escena. Sus frases lapidarias son fruto de una vida de sueños perdidos, del confrontamiento entre romanticismo y realismo. El choque frontal entre Becher y la trilogía Lorquiana daría como fruto lo que es esta película: el máximo exponente del surrealismo andaluz. Cuando la vida te convierte en alguien como Carmina, con gran inteligencia, capacidad de sufrimiento, educada en los poderes de la fe, en una tierra donde el epicureismo es deporte nacional, pero donde el día a día te va transformando en lo que es ella: una mujer vieja, gorda, con un marido inútil, sin futuro, quemando sus días una venta de carretera. Cuando tu única amiga es un vieja como tú pero que ha sucumbido al fin a sus propias mentiras. Cuando llegas a esto sólo te queda una cosa por hacer, cagarte en tu propio coche y echarte a reír, engañar al seguro en tu propio beneficio y tener una cabra como mascota.
  • La hija: Desde mi punto de vista la hija es la versión joven de Carmina, una manera matizada de introducirnos la idea de que nada cambia o, no sé si me estoy pasando, una manera cubista de presentarnos diferentes facetas temporales de la persona en un mismo momento. De todas formas, su papel es primordial, no tanto a nivel argumentativo de la película en si misma, sino para darle fuerza esteticamente. La escena en la que baila Flamenco alrededor de las brasas posee tal belleza y fuerza que redime al personaje y a la actriz de todos los malos papeles que ha elegido hasta ahora. Otro momento importante para definir al personaje es la escena de la entrevista personal, donde confiesa que es una "madre moderna". Lo que dice, sus gestos, la forma de hablar, los ojos soñadores... aglutinan la desazón de toda una generación de muchachas de barrio que no quisieron parar de soñar. Su padre es la versión masculina de ella misma, cantándole a la luna las noches de verano mientras fuma borracho en un banco; definitivamente las mujeres siempre han sido más responsables. Por otro lado, la inoperancia del Padre ante la vida no es más que el reflejo feaciente de que la sociedad Andaluza es matriarcal de puertas para adentro.
  • El director: Perfecto el entramado narrativo. Los 72 minutos de metraje se hacen cortos, demasiado cortos. Alternar las "entrevistas" con la narrativa principal provoca que el cambio de una a otra suscite rabia. Queremos saber más de Carmina, pero también queremos saber cómo terminará todo esto de los jamones. Cada escena forma parte de un todo y le sirve al Guionista-Director para introducir comentarios tan finos que pueden pasar desapercibidos. No se me quitará de la cabeza la frase de Carmina cuando unos Yonkis le roban la furgoneta, tan parecida a la que mi propia madre andaluza utiliza para otras muchas situaciones: "Es que este coche es muy jugoso". León se defiende de igual manera en los primeros planos "documentales" como en las escenas de acción. El robo de los Jamones y cómo se las apaña Carmina para salir del asunto son una mera excusa para cuadrar la película, para poner en funcionamiento las armas interpretativas de su madre y hermana, que en 72 minutos destilan su arte en un elixir cinematográfico puro. A decir verdad, hacía falta que alguien que conociese la forma de vivir de esas tierras hiciese el retrato de las personas y personajes que las pueblan, presonas que que no están preocupadas por la estética del sexo ni por la degradación personal que conlleva la droga; y que no entienden el hecho de poseer una casa en el centro como forma de realización personal. Esta gente vive en una búsqueda incesante de la felicidad en términos grecolatinos, no desea salir de su barrio, no desea cambiar sus costumbres, no desea perder sus amistades ni su familia. Solamente quieren llegar a fin de mes, poder pagar las comuniones de sus allegados, cantarle a la luna y bailar alrededor del fuego, disfrutando en cada momento de los sanos placeres que nos ofrece la vida. No hay escenas de escaparates del centro y miradas melancólicas, el unico sueño es escapar del sufrimiento apoyándose en Dios y en la família. ¿Es que existe algo más humano que eso?, ¿cual es entonces la verdadera España profunda y decadente?.

     
Quería terminar con una advertencia y con una intuición: Ni Andalucía es "Carmina o revienta", ni Madrid está lleno de Mariconas escandalosas y drogadictos vestidos de marca. Las modas son cíclicas y las humorísticas más si cabe. Si hace unos años todas las películas cómicas patrias hacían guiños al humor " Chanante"; Carmina o revienta, “Malviviendo” o “el Culebra y el Cabesa” van a representar - o eso espero- una fuente de inspiración para los guionistas y cómicos de la lejana meseta central.