lunes, 23 de julio de 2012

¿Y ahora adónde vamos?


La vi a las 3 de la tarde, antes de de irme a reponer cajas de café. Ahora lo hago así para que se vayan matizando las ideas que surgen tras el primer visionado. Resulta que a esta no le ha sentado bien el macerado. He disfrutado con ella, lo juro, posee escenas difíciles de olvidar en el plano dramático; como aquella de la madre gritándole a su hijo muerto para que abriese los ojos, como si eso de morirse se curara con un grito de madre. Por suerte el film también es capaz de mantener el tono cómico-situacional en otras; ver cómo se van tramando las artimañas de las mujeres del pueblo para evitar el conflicto entre los hombres te obliga a dejar escapar alguna sonrisa.


Lo desagradable del asunto es que después de disfrutar con ella, después de haber reído y llorado con sus mejores escenas, cuando reflexionas sobre el asunto, sobre la forma de enfocar la crítica, sobre lo que “me gusta” y lo que “no me gusta”, etc. Justo entonces, la película se desmorona. No sé qué demonios pintan esas escenas de videoclip árabe. La primera estación del via crucis musical es la escena de las cristianas en duelo. Al principio parece emotiva, luego pasa a graciosa y finalmente se torna ridícula y fuera de lugar. Los 3 videoclips restantes están encastrados de forma tan antinatural en la trama que, aunque puedo comprender que la directora sea la más solicitada productora de videoclips en oriente medio y le guste su trabajo, eso no es excusa para introducir “su arte”, sea como sea, en las películas que haga.
Más desagradable si cabe me parece el hecho de que la argamasa con la que están unidas las escenas cómicas y dramáticas desapareciese tras horas de darle vueltas a la trama. El sabor que me había quedado tras los títulos de crédito, algo así como a galletas saladas cubiertas de chocolate, la intuición de que estaba ante una película sincera, equilibrada, con dosis de humor y llanto intercaladas a la perfección; ese complejo sabor desapareció y sólo quedó la sal. La película ya no funcionaba, hacía aguas por todas partes. La intromisión de los videoclips me invitaba a pensar que la directora era una egocéntrica máxima. Seguí pensando y me di cuenta que efectivamente se había reservado los diálogos más profundos para ella, que siempre aparecía la más guapa en todas las escenas (gracias en parte a que se había encargado de rodearse de un elenco de cincuentonas rechonchas), y que retrataba a los hombres como a una panda de animales inútiles que sólo saben gritar y pelear, mientras que las mujeres son siempre rectas e inteligentes.
Pero no debería ser tan duro. La Película, sin dudarlo, está bien si no eres neurótico como yo. Recomendable, sobre todo, para calzonazos de corazón. Ya que, tal y como pasa en mi pueblo (y presiento que en todos los pueblos), el mundo árabe es matriarcal al fin y al cabo, dominado por amas de casa que le rezan a la virgen o a Alá, que trazan brillantes planes para conseguir que sus respectivos maridos hagan lo que ellas quieren, y que se reunen por la tarde para tomar café y comer pasteles. Mujeres que se reunen para en definitiva salvar el mundo, su mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario