La vi a las 3 de la tarde, antes
de de irme a reponer cajas de café. Ahora lo hago así para que se
vayan matizando las ideas que surgen tras el primer visionado.
Resulta que a esta no le ha sentado bien el macerado. He disfrutado
con ella, lo juro, posee escenas difíciles de olvidar en el plano
dramático; como aquella de la madre gritándole a su hijo muerto
para que abriese los ojos, como si eso de morirse se curara con un
grito de madre. Por suerte el film también es capaz de mantener el
tono cómico-situacional en otras; ver cómo se van tramando las
artimañas de las mujeres del pueblo para evitar el conflicto entre
los hombres te obliga a dejar escapar alguna sonrisa.
Lo desagradable del asunto es
que después de disfrutar con ella, después de haber reído y
llorado con sus mejores escenas, cuando reflexionas sobre el asunto,
sobre la forma de enfocar la crítica, sobre lo que “me gusta” y
lo que “no me gusta”, etc. Justo entonces, la película se
desmorona. No sé qué demonios pintan esas escenas de videoclip
árabe. La primera estación del via crucis musical es la escena de
las cristianas en duelo. Al principio parece emotiva, luego pasa a
graciosa y finalmente se torna ridícula y fuera de lugar. Los 3
videoclips restantes están encastrados de forma tan antinatural en
la trama que, aunque puedo comprender que la directora sea la más
solicitada productora de videoclips en oriente medio y le guste su
trabajo, eso no es excusa para introducir “su arte”, sea como
sea, en las películas que haga.
Más desagradable si cabe me
parece el hecho de que la argamasa con la que están unidas las
escenas cómicas y dramáticas desapareciese tras horas de darle
vueltas a la trama. El sabor que me había quedado tras los títulos
de crédito, algo así como a galletas saladas cubiertas de
chocolate, la intuición de que estaba ante una película sincera,
equilibrada, con dosis de humor y llanto intercaladas a la
perfección; ese complejo sabor desapareció y sólo quedó la sal.
La película ya no funcionaba, hacía aguas por todas partes. La
intromisión de los videoclips me invitaba a pensar que la directora
era una egocéntrica máxima. Seguí pensando y me di cuenta que
efectivamente se había reservado los diálogos más profundos para
ella, que siempre aparecía la más guapa en todas las escenas
(gracias en parte a que se había encargado de rodearse de un elenco
de cincuentonas rechonchas), y que retrataba a los hombres como a
una panda de animales inútiles que sólo saben gritar y pelear,
mientras que las mujeres son siempre rectas e inteligentes.
Pero no debería ser tan duro.
La Película, sin dudarlo, está bien si no eres neurótico como yo.
Recomendable, sobre todo, para calzonazos de corazón. Ya que, tal y
como pasa en mi pueblo (y presiento que en todos los pueblos), el
mundo árabe es matriarcal al fin y al cabo, dominado por amas de
casa que le rezan a la virgen o a Alá, que trazan brillantes planes
para conseguir que sus respectivos maridos hagan lo que ellas
quieren, y que se reunen por la tarde para tomar café y comer
pasteles. Mujeres que se reunen para en definitiva salvar el mundo,
su mundo.
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